lunes, 2 de febrero de 2009

La Jornada de Oriente

Observando los astros / Foto Abraham Paredes

YADIRA LLAVEN

Muy por encima de las expectativas del Comité Organizador, más de 8 mil personas abarrotaron la explanada del Hospital Psiquiátrico de Nuestra Señora de Guadalupe, cercano a la pirámide de Cholula, para participar en la esperada “Noche de las estrellas, el cielo de nuestros antepasados”, organizado para conmemorar la primera observación astronómica llevada a cabo hace 400 años en Italia por Galileo Galilei.

La del sábado fue una noche de fiesta en la que el cielo contó su historia, ligada a a la actividad astronómica de la cultura prehispánica. El acto de carácter científico fue organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), la Alianza Francesa en Puebla y el ayuntamiento de San Andrés Cholula, sobre el cálculo de una asistencia menor, para la cual se destinaron únicamente 2 mil 400 boletos. No obstante, a las 19 horas, que marcaron el inicio de las actividades, ya no había acceso para el resto de los asistentes.

Raúl Mújica, investigador y coordinador científico del acto, lamentó que el cupo estimado fuese excedido tan ampliamente, razón por la cual fue imposible acomodar a unos 5 mil visitantes en el patio de los altares de la zona arqueológica para que hicieran observaciones a simple vista, o con telescopios, del planeta Venus, la luna con sus consabidas manchas, cráteres y volcanes, la gran estrella roja Betelgeuse, la constelación de las Pléyades, la estrella Rigel o la nebulosa de Orión.

“Avisamos a toda la gente, a través de los medios, que no podíamos ingresar más de la cantidad programa de personas, puesto que es una medida que nos impuso el INAH para mantener la seguridad y el sitio en buen estado”, argumentó Mújica a La Jornada de Oriente. El caso es que cuando a las 6 de la tarde se procedió al registro de los participantes, había arriba de 5 mil personas esperando acceder a la pirámide. “En una hora se habían terminado los 2 mil 400 boletos”, explicó, para un acto programado para durar cinco horas. Sin crear disturbios, más de mil personas que no se resignaron a volverse a casa permanecieron alrededor de la entrada principal de la zona arqueológica buscando desesperadamente por si conseguían comprar algún boleto al precio que fuera.

Para garantizar la seguridad de los asistentes, la Policía Montada de San Andrés Cholula desplegó un numeroso contingente, al que añadieron elementos propios Seguridad Pública Estatal y Tránsito. Todos reportaron saldo blanco.

El programa paralelo a las observaciones de los astros constó de una decena de talleres de astronomía y papiroflexia, pláticas, entre ellas, La neta del planeta, Radiotelescopios: arma el GTM y Saturno: el señor de los anillos junto al estreno latinoamericano de la pieza Los Planetas Op. 32, de Gustav Holst, a cargo de los pianistas Francisco Rocafuerte y Ab El Hadi Sabag, además de la participación de la Orquesta de la Universidad de las Américas.

En una hora arribaron más de 2 mil 500 personas

Para los privilegiados que ingresaron a la zona arqueológica, tras la espera de más de dos horas, fue una noche mágica, afortunada, con un cielo clarísimo, pese al augurio de expertos que podría estar nublado, ante el descenso de temperatura en la región.

Saltimbanquis, cuentacuentos, personajes salidos de leyendas mitológicos, el conejo transformado en luna, el sol, las estrellas, seres que más bien aludían a la ficticia imagen de un extraterreste, de ojos rasgados y cuerpo estilizado, deambulaban de un lado a otro de la patio de los altares, iluminado con velas, cubiertos de luces fluorescentes.

En 20 minutos, 30 grupos de 10 personas cada uno escuchaban primeramente de la voz de algún estudiante del INAOE, investigador o aficionado, la explicación de la bóveda celeste a simple vista, con un apuntador de laser verde. Luego, se llegaba a otro punto donde cuentacuentos narraban tres mitos: el primero relativo a la creación del universo según la concepción de las culturas mesoamericanas, y dos más referentes a la construcción de la gran pirámide de Cholula y su destrucción, para finalizar con la observación a través de unos 60 telescopios de algunas estrellas y planetas.

En el recorrido, los luminosos personajes daban respuesta a las preguntas más recurrentes y ocurrentes: ¿Existe vida en Marte? ¿Cuando mueren las estrellas se apagan? ¿Cuándo podremos ir a la luna, como punto turístico? ¿Y la lluvia de estrellas? ¿Es cierto que habrá un eclipse? ¿Cada día nos acercamos más al sol? ¿Son caros los telescopios?

De ello, Mújica respondió: “hoy –sábado– no habrá nada en particular, y lo extraordinario es que en esta noche no habrá nada extraordinario. Lo que queremos es que todo mundo voltee al cielo y se dé cuenta de lo que nos estamos perdiendo, porque cada día es más difícil apreciar el cielo en esta ciudad atiborrada de luces, que evidencia al hombre del siglo XXI su temor por la oscuridad, y en su obsesión por iluminarlo todo ha perdido un patrimonio natural: el cielo estrellado”.

“La función de la pirámide era permitir que los hombres llegaran al cielo”

La tradición oral dice que un grupo de gigantes construyeron la gran pirámide con adobes que trajeron de Tlalmanalco, cerca de Amecameca, en la ladera poniente del volcán Popocatépetl. Una variante del mito narra que los gigantes desprendían casas completas desde el cimiento para amontonarlas y formar la pirámide.

La parte científica narra que en 1931 comenzaron las exploraciones en la pirámide de Cholula; 25 años después se descubrieron las siete etapas constructivas de la edificación prehispánica, además de los murales de Las mariposas y Los bebedores, este último con la representación de más de 100 figuras antropomorfas que escenifican una ceremonia en honor a Octli, dios del pulque.

En otro extremo, un cuentacuentos explicaba el mito de la destrucción, basado en la interpretación de uno de los franciscanos que llegaron a Cholula, en el siglo XVI, quienes creían que la función de la pirámide, construida en honor a Chiconahui Quiáhuitl, dios de la lluvia, era permitir que el hombre llegara al cielo.

INAOE y UAP organizan en febrero actos alusivos al tema

Para los que no pudieron ingresar, el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMACP) presentó el domingo una serie de actividades artísticas y culturales alusivas a la celebración del Año Internacional de la Astronomía. Para el 14 de febrero se hará lo mismo en el INAOE, y el 27 del mismo mes en el Complejo Cultural, “donde la gente no hará fila ni tendrá que llevar boletos”.

Como punto principal, las instituciones convocantes proponen que los ciudadanos poblanos y de todo el mundo busquen replantear su lugar en el universo a través de todo un camino de descubrimiento que se inició hace ya 400 años, cuando un personaje casi ciego utilizó un instrumento rústico, que ahora ni siquiera en los juguetes para niños podemos encontrarlo. “Era un catalejo, y con él tuvo la idea de apuntar hacia el cielo, y descubrió que la luna no era esféricamente perfecta; después, apuntó a Júpiter y encontró que tenía cuatro objetos dándole vuelta, y que ahora sabemos que se llaman lunas, pero también observó la Vía Láctea. Ese hombre era Galileo Galilei, quien revolucionó la historia de la humanidad e integró a la astronomía como una ciencia moderna”.

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