martes, 6 de octubre de 2009

Ruy Pérez Tamayo y Luis Rodríguez participan en ciclo sobre el científico

La Jornada
Carolina Gómez Mena

"Cuando el dogma religioso se enfrenta con la ciencia, en el intento por explicar acontecimientos naturales, esta última triunfa, porque la ciencia consulta con la naturaleza y parte de la razón", afirmó el doctor Luis Rodríguez, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Morelia.

Pese a que casos "emblemáticos", como el de Galileo Galilei, confirman lo anterior, jerarcas religiosos, particularmente del credo católico, han insistido en pretender imponer el dogma y su moralidad sobre la ciencia, lo que demuestra que "no han aprendido la lección", precisó el doctor en astronomía.

A Galileo la Iglesia católica lo acusó ante la Inquisición de "ir en contra de las escrituras", y fue sometido a juicio en 1632. Más de tres siglos y medio después, el Vaticano tuvo que reconocer que los postulados del astrónomo eran acertados, dijo el especialista universitario en el ciclo de conferencias Galileo, su tiempo, su obra y su legado, organizado por El Colegio Nacional.

"Rehabilitado" después de más de tres siglos

En su ponencia Galileo, la Iglesia y la ciencia moderna, el doctor Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM, recordó que en el otoño de 1992 se difundió la noticia de que después de tres siglos y medio el papa Juan Pablo II había "rehabilitado" a Galileo. “Esas rehabilitaciones consisten en el reconocimiento del mal causado (…), pero con esto en cierta forma la autoridad relevante (la eclesial) es la que se rehabilita, no el individuo injustamente tratado.”

Precisó que "al reconocer que Galileo fue víctima de un sistema autoritario e intolerante, se acepta su inocencia y se condena a la autoridad por sus juicios inaceptables y su posición dogmática e irracional". Subrayó que el legado Galileo debe entenderse como "el de la defensa valiente de la realidad frente al dogma, de la verdad ante el mito, de la razón frente a la fe, de lo que sabemos del mundo como es ante el mundo que quisiéramos que fuera".

En entrevista, el doctor Luis Rodríguez lamentó que "la Iglesia católica siga oponiéndose, en general, a todo avance científico que considera que lastima o va en contra de lo que dice la Biblia o de su moral, como en el caso de las investigaciones con células madres".

Apuntó que el problema radica en que la religión católica –también ocurre con otras– tiende a meterse en otros ámbios; el de ella es el espiritual, el del interior de los creyentes”.

Destacó los casos de grupos protestantes en Estados Unidos que han logrado que se reconozca la teoría creacionista sobre la evolucionista.

Pérez Tamayo afirmó: "Galileo fue acusado de pretender opinar sobre las sagradas escrituras sin tener la preparación teológica ni la autoridad necesaria para hacerlo, pero sus inquisidores también eran culpables de juzgar sobre asuntos científicos sin tener la menor idea ni la experiencia científica indispensable para entender las propuestas del astrónomo".

Mente abierta

Los expertos dijeron que Galileo no buscaba desafiar a la Iglesia católica, pues era creyente. Incluso, ante las diferencias entre sus planteamientos y los bíblicos, decía que no debían contraponerse, pues consideraba que las divergencias tenían una explicación. De ahí derivó su idea de reinterpretar aspectos de las escrituras.

"El argumento de Galileo era que en principio no podía haber incongruencias entre las sagradas escrituras, emanadas de Dios, y los resultados de la investigación del mundo real, que era obra de Dios. Si existieran diferencias el asunto podía resolverse examinando con cuidado especial tanto los resultados de los estudios científicos de la naturaleza como la interpretación astrológica de las sagradas escrituras, hasta encontrar los errores humanos que finalmente explicarían las diferencias mencionadas", indicó Pérez Tamayo.

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